Los mayores partidos políticos marroquíes atraviesan una profunda crisis

Jeudi 9 Mai 2019

Rabat - Los tres mayores partidos marroquíes, de distinto signo político, se encuentran sumidos en graves crisis internas de poder que se traducen en constantes polémicas entre sus dirigentes que en ocasiones han llegado a degenerar en tumultuosas peleas.

Se trata del Partido Justicia y Desarrollo (PJD, islamista), el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM, cercano al Palacio) y el nacionalista Istiqlal, que juntos suman 273 escaños, más de dos tercios de los que tiene la Cámara de Representantes.

Los tres partidos vienen atravesando largas crisis internas que tienen más que ver con el reparto de poder interno que con diferencias ideológicas o programáticas profundas, aunque en el caso de los islamistas, hay una pugna más de fondo.

El PJD no termina de superar la división creada por el apartamiento del gobierno y de la dirección del partido del carismático Abdelilah Benkirán: sus partidarios representan algo así como los "puristas" y fieles a los principios del partido, mientras que el aparato actual es visto como más proclives al compromiso y a descafeinar su mensaje.

Desde su cómoda posición de retirado, Benkirán no ha parado de lanzar dardos envenenados contra su sucesor en el partido y el gobierno Saadedín Otmani por sus constantes concesiones políticas a sus otros socios del gobierno sextapartito, lo que para muchos revela la clara voluntad de Benkirán de volver algún día a la primera línea.

Las disputas de los otros dos partidos han sido más violentas y han tenido que ver en ambos casos con el reparto de puestos: en el PAM, un dirigente llamado Ibrahim Joumani propinó un cabezazo el pasado 18 de abril al Secretario General del PAM, Hakim Benchemach, quien supuestamente le había prometido una vicepresidencia parlamentaria.

Y en el Istiqlal sucedió algo parecido el pasado lunes, cuando una reunión en la sede central de las juventudes del partido acabó a puñetazos y con vuelo de sillas entre el clan fiel al secretario general, Nizar Baraka, y el que sigue a uno de los pesos pesados, el saharaui Hamdi uld Rachid. El motivo: la renovación del buró ejecutivo de la organización juvenil.

Escenas similares se vivieron también en un cuarto partido, el Movimiento Popular (MP) entre dos clanes por la disputa de una vicepresidencia en la Cámara de Consejeros.

"Es chocante -escribía ayer miércoles el diario Al Massae- que los enfrentamientos en los partidos a golpe de sillas, platos, cadenas de hierro o palos no sean por la confrontación de ideas, programas u orientaciones sobre el futuro y el destino de la nación, sino para buscar puestos por la fuerza".

El politólogo Mustafa Shimi señala en declaraciones a Efe que existe una crisis real en los partidos marroquíes achacable a dos fenómenos: la falta de renovación de sus cúpulas y su desconexión con los problemas de los ciudadanos, todo ello en una década de grandes cambios en el mundo árabe.

Así, los principales movimientos sociales registrados en Marruecos en esta década -la propia primavera árabe, las protestas en la región del Rif (norte) y en la de Jerada (este) y las manifestaciones masivas de médicos o profesores- se han producido de espaldas a los partidos políticos o con una participación marginal de éstos.

"Los partidos -razona Shimi- han perdido la capacidad de encuadrar a los movimientos populares, ya no son estructuras de representación y esto lleva al descrédito del sistema, juzgado entonces como poco representativo. Esto, finalmente, se traduce en dinámicas sociales contestatarias".

Según Shimi, ello demuestra que los partidos han quedado fuera de los principales debates actuales, lo que ha producido un vacío que inevitablemente ha sido llenado por el Palacio Real.

En otras palabras, Shimi no comparte la idea de que el rey o su entorno hayan tratado de debilitar a los partidos políticos, sino que el proceso es inverso: ante la debilidad demostrada por los partidos, el Palacio ocupa ese vacío y solo quedan en escena dos actores: el Palacio y los movimientos sociales informes, una situación que considera grave.

El politólogo se muestra pesimista sobre la capacidad de los partidos de reformarse y volver a lo que llama "un militantismo de proximidad". Según él, esto podrían hacerlo las únicas formaciones que aún tienen bases e implantación territorial, que son el PJD y el Istiqlal, mientras que el resto son "meras redes de notables sin vida orgánica propia". 

EFE - Javier Otazu